2/12/09

..¨.. CULO BLANDO ..¨..

CULO BLANDO


Liliana se despertó a las seis, preparó a los chicos, los
llevó a la escuela y volvió a casa con tiempo para darle un beso
a Arturo, su marido. Hizo una rápida compra en el supermercado, peleó con la
mucama que le había manchado el vestido de seda, salió apurada,
como siempre; le pusieron una multa por estar conduciendo con el
celular en la oreja y una advertencia por estacionar en lugar
prohibido, mientras iba un minuto a sacar dinero del cajero
automático.
En el camino al trabajo, golpeaba ansiosamente el volante,
en un
congestionamiento monstruoso, y pensaba cuándo podría
pintarse la uñas y hacerse la tintura en el pelo antes de
transformarse en una mujer canosa.
Llegando al escritorio, casi fue atropellada por una mina
escultural que era la nueva contratada por la empresa para el
cargo que ella, Liliana, hizo de todo para conseguir, pero que, a
pesar del currículum excelente y de sus años de experiencia y
dedicación, no pudo lograr.
Pensó que un buen lomo daba puntos, pero al rato se olvidó
de la mina porque en medio de una reunión llamaron del colegio de
Clarita, su hija menor, diciendo que ella estaba con dolor de
oído y fiebre.
Intentó, en vano, encontrar a su marido y, como no pudo,
resolvió ir ella misma al colegio, después de encontrarse con un
nuevo cliente,
que mostró ser un neurótico, aburrido, desconfiado con
quien tendría que lidiar los próximos meses.
Salió ansiosa y encontró su auto con una goma pinchada.
Pensó en todo lo que todavía tenía por hacer antes de
cerrar los ojos y soñar con un mundo mejor.
Dejó el auto, tomó un taxi y fue por las criaturas.
Cuando llegó a casa, descubrió que se había dejado el
maldito portafolio con todo lo que necesitaba leer para el día
siguiente.
Llamó al celular de su marido con la esperanza de que él
pudiese ir a buscar los papeles a la empresa, pero la mierda
seguía fuera del área.
Consiguió, después de varias llamadas, que un motoquero le trajese
los malditos documentos.
Tomó un baño, le dio de comer a los chicos y los acostó.
Arturo llegó cruzadísimo de una reunión, reclamando de
todo.
Comieron en silencio.
En la cama ella leyó la mitad de los documentos y comenzó a
cabecear de sueño. Arturo se despertó con una erección y
queriendo juguetear.
Como esos momentos eran cada vez más escasos en su
matrimonio, ella decidió hacer un último esfuerzo y transar.
Hicieron algo medio rápido, medio más o menos, y, cuando
estaba casi durmiéndose de nuevo, sintió una palmadita en su
traste con el siguiente comentario:
Estás teniendo un culito blando, Lili...deja la
haraganería y empezá a cuidarte...
Liliana miró una pantalla de metal y se imaginó golpeando
la cabeza de Arturo hasta ver sus sesos desparramados por la
almohada!
Después se vio saltando sobre el tórax de él hasta
fracturar todas sus costillas! Con un alicate de uñas
arrancándole uno a uno todos sus dientes y después dándole una patada brutal
en las bolas, que hacía volar espermatozoides para todos lados!
En seguida usó la técnica que aprendió en un libro de
autoayuda: cómo controlar las emociones negativas.
Respiró tres veces profundamente,
mentalizando el color
azul, y reflexionó.
No iba a valer la pena, no estábamos en EEUU, no
conseguiría una abogada feminista carísima que hiciese su defensa
alegando que asesinó a su marido ciega de tensión premenstrual...
Resolvió actuar con sabiduría.
Al día siguiente, no llevó a los chicos al colegio, no hizo
la compra rápida del super, ni peleó con la mucama.
Fue a un gimnasio y se mató dos horas.
De allí fue a la peluquería para teñirse de pelirroja y se
pintó las uñas de colorado.
Llamó al insoportable nuevo cliente y le dijo todo lo que
pensaba de él, de su mujer y de su proyecto.
Y esperó los resultados de su pésima conducta, haciéndose
un masaje estético que jura eliminar, en diez sesiones, la grasa
localizada.
Mientras se hospedaba en un spa, oyó al marido desesperado
tratando de localizarla por el celular y descubrir por qué ella
había desaparecido.
Pacientemente no atendió.
Y, como la venganza es un plato que se come frío, le dejó
un mensaje lacónico en la casilla de mensajes.
-El culo todavía está blando. Volveré cuando se haya
endurecido.
Un beso de la haragana...

(Sacado del libro: Este sexo el femenino /Patrícia Travassos).



3 comentarios:

Don Ferchu del Bolso y Aguada dijo...

Ta bueno

¡¡cómo rompen!! dijo...

Hola,gracias por pasar.
Y si,a mi me gustò,son realidades,nos toquen o no...
Saludos.

Mariela Torres dijo...

Está muy bien, ¡qué vida!

Besos.